Enoshima, por fin al mar

Me parece mentira que este verano solo haya ido sólamente una vez a la playa. Supongo que Disney Sea no contará como tal. Pensándolo mejor… el año pasado también solo una vez!

Habiendo vivido tanto tiempo en la Torre de la Horadada, con la playa a un par de minutos andando de casa, donde sólo necesitas ponerte el bañador, coger las palas con la raqueta de squash, la toalla y una buena excusa para plantarte en un momento en el agua, se hace muy duro vivir lejos del mar. Tokio tiene sus cosas buenas, pero para ir a la playa como lo hacía antes, NO. Por eso apenas voy, porque para ir con los amigos hay que planificarlo con varios días de antelación y chuparse una hora de tren o más para poder ir a una playa que no esté muy sucia. Eso sí, cuando voy, es como cuando estas muerto de sed y te sirven un granizado de limón.

Enoshima

El destino de este año fue las playas de Enoshima, que a pesar de no estar muy limpia, no desmerecio para nada. Enoshima es una isla muy pequeña situada en la Bahía de Sagami. Esta separada de la costa unos 600 metros por un puente y dentro de la isla, donde dicen que se encuentra la dios de la música y la diversión, hay varios templos, una torre y unas cuevas naturales que previo pago es posible visitar. Es un destino turístico muy común, además de estar muy cerca de Kamakura, una de las antiguas capitales de Japón.

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En la isla en sí no llegue a ver ninguna playa, así que dudo que sea posible bañarse, pero las vistas son realmente bonitas. La zona mas al sur, desde donde se accede a las cuevas naturales teniendo que pasar previamente por un camino que la bordea, dos templos y muchos restaurantes, fue la que más me gustó. Por falta de tiempo y porque ya no podía esperar a meterme en el agua dejé la subida a la torre para otra ocasión, cuando tengas más tiempo y ya me haya comprado un trípode para poder emular a Ignacio.

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Enoshima

Enoshima

Llegó la hora de la playa. ¡Por fin!

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Lastima que no tenga fotos del mejor momento del día, cuando cansados de pasear, nadar y correr, nos metimos en uno de los mejores onsens (y mas caros) que he visitado estando cerca de Tokio. Estar relajado en la piscina al aire libre, con la brisa del mar golpeandome la cara y mirar como el sol se ocultaba tras el monte Fuji fue realmente satisfactiorio.